lunes, octubre 16, 2006

Hasta pronto, reina

Y me mordí el labio por puro reflejo. Y ahora ¿qué? Qué frío, qué vacío. Me llevé las manos a la cara y ¡ah! Tu olor, tu aroma, tu perfecto cuello, tu piel, tu pelo, tus labios, tus ojos, tus ojos, tus benditos ojos. Están ahí, en mis manos, en cada arruga de mis dedos. He podido verlos, sentirlos, tocarlos, acariciarlos. Solo hace unas horas que me despedí de ti y, qué rápido, qué lento todo. Casi te olvido, casi no sufro, casi se duerme el recuerdo en mi pecho para dejarme vivir en hielo, en suspenso. Pero he olido mis manos y las he besado, lamido; por si quedaba en ellas un poco de ti, y mi determinación se ha hecho añicos. He llorado, por ti, lloré y me mordí el labio por puro reflejo, intentando en vano encontrar en el aire tu aliento, tu lengua, tus besos.
Estupideces, otra vez, chorradas, tonterías y llantos en prosa. Estupideces, para decirte, otra vez, que te quiero, que te amo, que te adoro.
Llora, por favor, pero sonríe, te lo ruego.
"Feo... ya viene la lluvia de nuevo..."