miércoles, diciembre 06, 2006

El regreso

Sigo sensible. Y paranoica. Sigo con filo :P

El regreso


Todos queremos ser uno. Queremos ser diferentes e individuales. Queremos ser nosotros, no ser nadie más. Trabajamos incansablemente para ello. Para borrar el pasado y crearnos un futuro, un aspecto, incluso una personalidad. Cambiamos el color del pelo, la forma de hablar y hasta nuestro nombre. Eligiendo, borrando, eliminando todo aquello que no queremos que este. Todo lo que erroneamente pensamos que ya esta de más. Mudamos de ser como si de una piel molesta se tratara. Por repetitiva. Queremos nacer de nuevo, empezar de cero. Y a veces lo conseguimos. A veces llegamos incluso más alla. Dejamos de ser nosotros.

Un día, cuando nos hemos acomodado en nuestra nueva vida. Cuando el nombre por el que nos llaman y la persona que somos ya no se parece a lo que fuimos. Ese día en el que sabes haber conseguido lo que pretendías, ese día, te falta algo. Repasas mentalmente lo que pudo fallar, lo que no esta bien o no es adecuado. Te repites a ti mismo que deberías ser feliz. Pero no lo eres. Y lo que es peor, no sabes porque no lo eres. Si lo tienes todo ¿que te falta?

Como si amaneciera en un flash, llegas al umbral que tantas veces cruzaste. Respiras lentamente ese olor que desentierra recuerdos. Contienes el aliento al sentir como se derrumban una a una todas tus perfectas murallas. Haces un intento, un último intento desganado, de recolocar tu persona. Intentas evitar que desaparezca tu mundo, el mundo que creaste.

Pero la puerta se abre y sabes que estas perdido. Porque la sonrisa que te recibe te recuerda a otras sonrisas iguales, identicas. Y lo peor es que esa sonrisa, esa sonrisa es igual a la tuya. Miras alrededor, casi acobardado, mientras ese ser que enterraste hace tanto, hace nada, revive de nuevo. Ves las manos que te agarraron mientras dabas tus primeros pasos, oyes las voces que te reprendieron, tus ojos se clavan en los ojos que mil veces lloraron por ti...

Entonces alguien pronuncia tu nombre. Tu nombre de verdad. Y en tu mente resuenan las veces que te llamaron asi. Te reafirmas, te reacomodas en ese yo que pretendias haber olvidado. Esa pesada carga que un día decidiste ignorar. Pero ahora no te resulta pesado. Ahora te resulta familiar. Y sonries, contento de verdad por primera vez en mucho tiempo, inundado de una cálida sensación. Has llegado a casa.

Fin
En estas fechas, especiales, voy a dedicarle esto a mi familia. No porque sea especialmente bueno, sino por que es especialmente sincero. Quiero dedicarlo a los Ureba, a los de sangre y los de corazón. Aunque no lo demuestre todo lo que deberia sabeis que os quiero. Y que siempre tengo presente todo vuestro apoyo, vuestro amor incondicional de los ultimos 17 años. Gracias por todo.
Carmen Rocio(hoy si :P xDD)

martes, diciembre 05, 2006

Fuego, orgullo, miedo y soledad

Acabo de descubrir dos cosas. La primera es que es imposible escribir y hacer de canguro al mismo tiempo(casi me he vuelto loca xD) y la segunda es que la diferencia entre doxa y episteme me pone sentimental y me provoca ideas extrañas(filosofia y q aparezca mi musa en version paranoica es todo uno xD) Hoy que estoy de medio bajón gracias a las notas(pa no variar mi monotematica de los últimos meses) este relato tela d extraño. Solo una indicación para entenderlo... lo primero q se os ocurrar, no es, seguro xDD

Fuego, orgullo, miedo y soledad

Llovía. Como llueve en los momentos felices. Al menos en los míos. La cocina, cálida y en penumbras, invitaba a las confidencias, a los secretos de estado. Sentada frente a mí, hurgabas con descuido un roto del mantel. Tu mirada rozaba los apuntes, sin tocarlos, concentrada en algún lejano punto de tu propia alma. Te conozco. Sabía qué pasaría. Pero aun así, esta vez, tu pregunta me sorprendió.

¿Cómo soy yo? La repetiste dos veces, quedamente. Sin enfocar la mirada ni detener el balanceo de los pies. La repetiste sin mirarme, aunque sabías que yo te miraba, como instándome a preguntar. ‘Olvidas, corazón, que te conozco como a nadie’. Querías que te describiera. Querías verte a través de mí. Suspiré.

¿Cómo eras? Me repetí, mientras mi mente buscaba a toda prisa la respuesta y tú fingías que no te importaba. Fingías no contener el aliento. ‘Eres orgullo’, pensé. Y casi sonreí en el momento. Eres toda orgullo, altivez. Casi prepotencia. O prepotente en grado sumo, dependiendo del público o la afición.

Me vino a la cabeza (mientras mi mente buscaba aun las palabras adecuadas) el recuerdo de una sonrisa. De tu sonrisa. Esa sonrisa eterna y sin dueño, que tan poco tiene que ver con el humor. Sonríes por no llorar, por no gritar, para disimular sonríes. Sonríes cuando te fallan, con ese gesto indolente de la gente que no espera nada. Aunque te odies por ello. Por sonreír, cuando quieres llorar.

A veces pierdes la paciencia y gritas, acusando al mundo que te asfixia. Ruegas libertad, soledad. A gritos me pides aire. Pero yo, que te conozco mejor de lo que te conoces tú, se que no te gustaría. ¿Qué sería de ti sin el mundo? ¿Qué sería de ti si nadie se apoyara, si nadie compartiera su peso? No existirías, corazón, no tendrías razón de ser. Y tú, mi amor, lo sabes.

Te adoras, o al menos eso dices tú. Y creo que pretendes creer que con eso ya te vale. Más bien creo que se trata de un escudo, una barrera. Crees que es seguro quererte a ti, porque tú no te fallarás. Los demás, todos nosotros, podemos desaparecer. Sin embargo tú, tú siempre estarás. Y si eso pasara, aun tendrías dignidad.Te miré a los ojos y sonreí. Me miraste, disimulando el desconcierto, y abriste los labios para volver a preguntar. Me fije en tus ojos, en las aguas tranquilas de tus defensas. ¿Nunca bajaras la guardia frente a mí? ¿Tanto miedo me tienes? ¿Tanto miedo te damos todos?

¿Cómo soy yo? Tu voz sonó suplica, y tus ojos exhumaron crueldad. Una amenaza implícita, latente. No me falles, no me hagas odiarte aunque sean segundos. No te salgas de las pautas que yo te he marcado. Demuéstrame que mereces que te quiera. Repasé mentalmente mi respuesta. Eres fuego, orgullo, miedo y soledad. Eres el abrazo que nunca falta, la palabra que siempre esta de más. Eres un jarro de agua fría, lo contrario a lo que se espera.

¿Cómo eres? Te quiero…

Fin