sábado, enero 28, 2006

La Muerte viste de Blanco

Una paranoia con algo de sentimiento, hace bastante que le perdí el miedo a la muerte(justo cuando la tuve x primera vez de frente) y eso me hace poder jugar incluso con ella.

La vi venir. Blanca, inmaculada, llena de luz. Y su aspecto me embrujó. Siempre pensé, que cuando me encontrara en esa situación, cuando la mirara por fin a la cara, sentiría miedo. Nunca he sido una persona valiente, tampoco un cobarde, pero su sola mención siempre me intimidó. Sin embargo ahí estaba yo, mirándola a la cara con una sonrisa en los labios, tranquilo.

No recuerdo exactamente como fue, solo sé lo que sentí. Ella se paró a unos pasos de mi cama y me sonrió. En ese momento apenas pude creer mi buena fortuna. ¡Era totalmente feliz! Estaba allí, en el lugar donde nadie quiere estar nunca, en el sitio que todo el mundo ve en sus pesadillas... y ella me sonreía.

Deseé, como había sabido siempre que desearía, que ese momento durara eternamente. Ella pareció comprenderlo, porque se limitó a mirarme y asentir, con tacto de retiró a una de las esquinas de mi habitación. Y yo dejé de observarla. Cerré los ojos y me concentré, aunque había escuchado mucho hablar de ello casi me sorprendí cuando toda mi vida paso ante mis ojos. Imagen a imagen, con nítidos detalles y mil colores.

Vi una sala oscura, húmeda, donde no recordé haber estado jamás. ¿Qué momento de mi vida era aquel? El primero, tal vez. De repente una luz potente me cegó, sentí que unas manos me palpaban. Y el fotograma cambió.

Mi madre. Por primera vez sentí pena. No por mí mismo o mi situación, sino por ellos. Me vi a mí mismo de niño, como él que se ve en un video casero. Corría hacia mi casa, una choza de cañas y teas, solo diferenciada por los rosales de mi madre. ‘Mamá’. Ella me esperaba en la puerta, toda amor y ternura. Madre de pies a cabeza. Su olor, su calor. Volví a sentir la seguridad de aquel tiempo, el no temer nada. El creerme invencible. ‘tú solo abrázame, madre, y yo estaré a salvo aquí’

¿Quién es esa chica? La primera chica tal vez. ¿Cómo se llamaba? ¿Dónde vivía? ¿Cómo pudo importarme tanto alguna vez? Oscuridad. Pero no estoy solo, lejos de eso... ¡Me están besando! No recuerdo quien es la que me besa así, pero debió de quererme. Yo también la querría, supongo. No me acuerdo de mi propia historia, mejor pasemos, no quiero deprimirme.

¡Oh! De este recuerdo si que me acuerdo. Es este mismo hospital. Es principio de verano. Le recuerdo como si fuera ayer. ¿Cuántos años han pasado desde entonces? Ese hombre que camina soy yo mismo. Llevó tres horas hay, y sí, esa es ella. La enfermera, y esa manta que trae en brazos es mi bebé. ¿Puedo detenerme un momento aquí? Siempre quise afirmarlo pero no estaba seguro, ahora lo sé, este es el mejor momento de mi vida. Mírala, tan pequeña ¿no era preciosa? Y, sobre todo, era mi niña. ‘Candela, Candela, Candela...’

¿Porque está tan oscuro? Eso es lluvia sí pero ¿y la luz? Llora alguien. Candela, llora Candela. Pero ¿por qué? Sentada en su rincón, a oscuras. Odia a su padre. Pero no puede ser, su padre soy yo. ‘Candela, tesoro mío’ ¿Por qué pensaste que no te quería? ¿Por qué pensé yo mismo que no te quería? Llegué a olvidar cuanto te amo... mi niña, Candela.

¡Oh, dios! Ya recuerdo todo lo que viene a continuación. Esas mujeres, esas risas tan falsas como sus dueñas, el alcohol. ¿ Cómo pude pensar que sería feliz así? No, no lo fui, eso no era felicidad. ¿Qué habría sido de mi vida si no me hubiera equivocado?

Habría sido feliz, sin duda y ahora no estaría a solas con ella. Tendría a mi alrededor un coro de hijos y nietos, que caldearan con su ánimo esta habitación. No tendría este miedo aquí anclado en el pecho, no me temblaría el cuerpo de esta manera. Lloraría igual... quizás. Pero de amor, de felicidad.


¿Cómo pude olvidarme de ella? Me sonríe, bondadosa, desde la esquina. ¿Cómo puede sonreír la muerte con esa inocencia? ¡Maldita mujer! Ahora entiendo que no necesita capa negra y cadáveres putrefactos para aterrorizar a los moribundos. Porque me estoy muriendo de miedo, en esta soleada habitación. Porque no soy yo, es mi alma la que llora de pena por el tiempo perdido, la que no se resigna. Tranquila, alma mía, pues ya no se puede hacer nada. Tuve una vida si, pero la desaproveché. Ella no da segundas oportunidades. Muerte, bonita, vamonos ya.



FIN
A mi querido tío Alfonso, casi tres años después de que la muerte nos lo quitara. A mí querida tía Paca, a la que una chica vestida de blanco se llevó al cielo hace dos años y poco. Gracias a los dos por los cuentos y las poesias, por los mundos de fantasía que creasteís para nosotros. Ójala seaís feliz allá arriba, porque aquí abajo seguimos echandoos de menos. Os quiero, por siempre, Carmen.

3 Comments:

Blogger ~or! said...

Tu me conoces bien ¿no, Carmen? Bueno, pues todo lo que yo pueda comentar sobre esto, sobra.

Ahora es cuando mi constante autocrítica se vuelve sobrevaloración y me lanzo besos al pensar que un buen día te dige: "Oye, ¿montamos un blog?".

Bravo Carmen, no pares. Besos mil, te adoro.

1/2/06 12:58 a. m.  
Blogger ~or! said...

Me cabrea que haya tan pocos comentarios, esto es de lo mejorcito ke hay en el blog ò_ó

17/2/06 4:05 p. m.  
Blogger Paix said...

Ori corazon relajate, q me ruborizo...eso si, se d muchas personas q se pasan x aki pero acen los comentarios en privado...si es lo mismo, dejarlos x aki y asi permaneceran como himnos d eternidad(si, me estoy leyendo la Iliada ¬¬ q pasa xDDD)

Bss, Paix

19/2/06 6:53 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home