jueves, agosto 17, 2006

A falta de título... 1ª Parte

¿Qué miras? – sabe perfectamente qué mira, tan solo es una frase hecha –
El desconocido reflexiona por un segundo si contestar o no, pero acaba por decidir que con él no va la cosa, se da la vuelta y prosigue su camino.

Alguna vez alguien le contó que tras los ojos se esconde el alma. Que si te arrimas mucho, si miras muy fijamente, se puede ver la inmensidad del firmamento en ellos. Que cuando te enamoras, desprenden un brillito delator y lloran como reflejo de que el alma rebosa. Y los hay de tantas clases que faltarían manos en el mundo para contarlas todas; que los hay capaces de hechizarte, de aterrarte, de hacerte sentir vacío o muy lleno. Obviamente, el busto, la expresión, las formas, juegan un papel en esto de verse las almas, pero el plato fuerte del juego son los ojos, ellos y nada más.

Cuando te das cuenta de esto, empiezas a ser consciente de lo afortunados que somos la gente con vista... – suspiró, feliz.
¿Tú crees? – le interesaba mucho el tema.
Oh, ya lo creo que sí. Hace unas semanas un viejo amigo me preguntó cual de los cinco sentidos humanos me dolería más perder. Siendo lo viejo y lo amigo mío que es debería haberse imaginado mi respuesta – giró levemente la cabeza y sonrió con la mirada; empezaba a entender todo aquello que le contaba – Así que le dije "Hermano mío, Dios sabe que me dolería en lo más profundo del alma no poder degustar cada tramo del cuerpo de ella, no poder escuchar su dulce y melódica voz susurrándome al oído, no poder sentir las caricias de su fina y delicada piel, no gozar del embriagador aroma que desprenden sus cabellos. Pero también sabe que lo que realmente haría polvo mi espíritu es que mi privasen de la vista; jamás podría dejar de mirarla... ¡sus ojos brillan como el primer día!" – solía utilizar el nombre de Dios en vano siempre que podía, confusa muestra de que era un acérrimo no creyente. Hablaba como un hombre antiguo y vestía raro, pero era un tipo tan rematadamente cojonudo que todas sus excentricidades quedaban a flor de piel en cuanto entablabas conversación con él. Pero qué labia, ¡qué arte! – Maldita sea, ¡me volaré la cabeza si algún día me quedo ciego! – Sonrió otra vez. Bromeaba… ¿bromeó? –
¡Qué trágico! – exclamó, rubricando una pantomima de mal actor-
Sus ojos brillan como el primer día… - Qué tío.

Quedó tan maravillado con las cosas que le contaba que comenzó a fantasear con la idea. Al comienzo fue como el primer beso de un niño. Se moría de vergüenza: lo que era un trabajo sigiloso e inapreciable el nerviosismo lo volvía escandaloso, tosco. Pero acabó por cogerle el gusto. En este punto, se observó poderoso. Pensó que aquello que le habían contado no lo debía de saber mucha gente, menos aún de las que podría calcular por la amnesia que causa en la gente la gélida era moderna, así que él podía curiosear más allá de los ojos sin temor a quedarse al descubierto. ¡Era perfecto! Podía saber más de alguien que cualquier otra persona, así que se enganchó a ello. Era una pequeña droga, un estimulante inofensivo.

Después pasó por una breve etapa donde se volvió obsesivo. Víctima de aquel conocimiento, de aquel pequeño poder que poseía, se volvió una especie de “asaltante” de miradas. Te abordaba con los ojos, te sacaba todo lo que podía sacarte y después huía con las ansias satisfechas. La mayoría de las veces, la gente no se daba ni cuenta, lo que le excitaba y animaba cada vez más. La morbosidad se hizo fuerte; empezó a ser verdaderamente consciente de que podía entrar en el sitio más prohibido de todos. Salía y conocía gente, charlaba y allanaba miradas. Unos juegan al fútbol y él miraba almas. Su afición era algo más particular, pero igual de gratificante. Puede que un poco más que dar pataditas a un balón.

Al poco, acabó por preguntarse qué sentido tenía semejante búsqueda. ¿Buscaba algo? ¿A alguien? ¿Buscaba que lo delatasen en pleno hurto? ¿O buscaba a alguien que buscase? En cualquier caso, si había un motivo para ello decidió que le era tan desconocido como indiferente. Gran mentiroso. La gente curiosa no soporta misterios en su casa.

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Este verano estoy leyendo más que nunca. No puedo evitar sentirme ridiculo después de leer cosas tan buenas o_O Tiempo al tiempo, total, no tengo nada mejor que hacer xD Primera parte de algo ke probablemente no acabaré, así que no os ilusionéis xD Salud y Birrah!

P.D. a.a. ya se quien eres =3

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

me volaré la cabeza si algún día me quedo ciega..., no lo dudes.

conocer lo más infinito de un alma a través de la mirada es lo más hermoso que conozco: poesía en su estado más puro. quizás el protagonista solo busque eso, belleza...

como no haya una segunda parte, prohibiré que te vendan cerveza en cualquier lugar del mundo... (juasjuasjuas)

enorme abrazo,
sarasara

18/8/06 12:47 p. m.  
Blogger ~or! said...

Yo tambíén. Tengo la constante sospecha de ke, por algun motivo o por otro, me kedare ciego mas tarde o mas temprano o_O Vendita la vista.

Que poko futuro tiene este relato. Ya le he cogido asko, fijate!

Fe es lo ke hace falta. Eso y nada mas xD

Besosh! ^_^

22/8/06 1:12 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Looool! Puedo ver el blog desde mi movil!

23/8/06 2:55 a. m.  

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